Es un pan de origen escandinavo, y como es habitual en el norte de Europa, con centeno y en este caso, también con trigo, que lo hace más esponjoso. No es que tenga mucho secreto, su forma es lo más llamativo, ¿será por eso del sol de medianoche?.
Se suele utilizar un prefermento con 60 gr de leche, 60 gr agua, 7 gr de levadura fresca y 100 gr de harina blanca.
Yo lo sustituí por masa madre (100 gr), 500 gr de agua, 450 gr harina de centeno blanca, 225 gr de harina trigo blanca, 10 gr sal.
Dejándolo reposar, lo que el verano en Barcelona me va marcando, unas dos horas en el primer levado + hora y media en el segundo (cuando ya está formado).

Masa fácil de manejar y moldear. Se divide en dos partes, una será para el espiral del centro y el resto para los rayos. Primero colocaremos éstos, teniendo en cuenta la distancia entre ellos, luego creceran y puden besarse, que suena mejor que pegarse. Se pueden hacer más finos, (una es que es un poco rústica) lo importante es tener en cuenta que tanto el espiral como los rayos sean del mismo grosor para que se hornee en el mismo tiempo y no correr el riesgo que los rayos del Lorenzo se quemen.

Una vez colocados, ponemos la espiral encima.

¡Recordad! la parte «fea» abajo, en un despiste me colé…y luego se abrió en el horno por donde no debía.

Pintar con leche y espolvorear semillas de alcaravea, que tendrá la alcaravea que cada vez me gustan más. Hornear a 230º durante unos 40 minutos.

Y ya está, un pan diferente, que a los niños les encanta aún siendo de centeno.