
Cuándo alguien se marcha de viaje y me pregunta ¿quieres que te traiga algo?, la respuesta siempre es la misma: harina.
Esta vez, me han traído unos cuantos panes, de diferentes lugares. Para mi, descubrirlos, como las harinas, es igualmente interesante.

Éste, por ejemplo, es un pan de trigo y escanda (espelta) asturiana, típico de los concejos de Lena y Áller, con una forma muy curiosa, ¿cuál será su origen?.

O esta barra, elaborada con harina de maíz de Pría, en el concejo de Llanes.

Un pan candeal de Urueña, con un precioso sello. Sellos que antaño se utilizaban para diferenciar los panes de cada família, cuando en los pueblos, se cocían en hornos comunes. Hoy, los usan unos pocos panaderos artesanos.

En Villaviciosa,
mis proveedores de panes, dieron con esta panadería. Los panes especiales, sólo los hornean por encargo, así que, me trajeron la foto.

Y hasta un bollito muy tierno de Bragança, en Portugal, que me recuerda a la
Pataqueta valenciana, pero con el corte vertical. Que a su vez, me recuerda a nuestro
Llonguet…
Y todo esto, me hace pensar una vez más, en el montón de panes que tenemos en cada región, el porqué de sus formas, en la historia que acompañan, y lo bonito que es descubrirlos, ¿no os parece una pena seguir perdiéndolos?.