Otro pan de invierno muy interesante. Su greñado parece complicado, pero con un poco de aceite y la textura adecuada , no es tan fiero el lobo como lo pintan.

Además la combinación vino tinto-piñones-higos secos, juntitos, macerando 24 horas, le da un toque inesperado y muy agradable. Es un pan dulce, y curiosamente, apto para al que le gusta el salado, ya que combina perectamente con todo tipo de platos. Con quesos y pates, ya ni os cuento…

Es un pan plano, trabajado, y con sus tiempos de reposos, que ha pasado a formar parte en nuestra barra de favoritos. A mi, el sabor me ha encantado, pero si queréis más razones ,sólo hay que echarle una ojeada a lo que se cuenta en Wild Yeast. Además de la curiosa información, los que no tengan el libro, pueden consultar la receta, mi único cambio es, que no añadí levadura intantánea y usé más masa madre.

Al salir del horno, dorado y muy crujiente, los aromas son para caerse. Un pan, sin duda, para ocasiones especiales, porque en casa, si lo hicieramos a diario, duraría menos que un dulce en la puerta de un colegio.