Hace días que quería postear esta entrada, y aqui está.

Una vez más, me senté a mirar delante del horno, (como me dijo Marona hace poco, «pa lo que ponen en la tele» :) ) , hablando en serio, esta vez quería observar todo el proceso, de principo a fin.

Con los talleres de
Ibán inaguramos
Bonsfocs. Para nosotros, fue un placer estrenar este proyecto a su lado.
Fueron tres talleres, de tres horas, para los cuales, preparó un montón de masa madre, para repartir entre los asistentes y para las masas que elaboramos en clase. Como aún no sabíamos como iba a reaccionar en
Bonsfocs, hicimos más, por si acaso.
Reaccionó de maravilla, y eso hizo que nos quedaramos con una olla entera, porque yo también había refrescado un montón. Y por supuesto, tenía que hacer algo con lo que sobró, no iba a tirarla, ni mucho menos. Bueno, pues al tema, salió un pan espectacular, de los que hacía tiempo que no comía. Así que, las conexiones entre bacterias y levaduras, funcionaron. Esta masa madre estaba terriblemente (en el mejor sentido) viva y casi bailaba samba.
Al salir del horno, el pan, con sus crak, crak, crak pertinentes.

Este pan lleva 40 % de masa madre, la masa bastante hidratada, mitad trigo y mitad espelta blanca, las dos del
Rincón del Segura. Cuando amaso, me gusta mojarme las manos un par de veces, para ajustar, hasta que siento la masa a mi gusto. La hogacita, que pesaba casi 2 Kg, impresionaba.


El greñado no quedó muy bien, estaba tan emocionada, que no le puse mucho empeño, pero su sabor y la textura eran increíbles. La miga, ya lo veís, montones de agujeros y la corteza crujiente. El resultado final fue un éxito. Que ganas tengo de que llegue este fin de semana…y me consta que los que os habéis apuntado, también, para disfrutar de nuevo de la compañía de Ibán y la manera de transmitir sus conocimientos. Los talleres se han llenado y hemos abierto una lista de espera para poderlos repetir. Pan ,pan, y más pan.